Considerar el entrenamiento del usuario en el manejo de las adaptaciones. Se necesita una ejecución precisa y eficaz a la hora de ingresar un dato a la P.C. o de utilizar algún programa, para ello se requiere un conocimiento previo de la herramienta, es decir que la persona tome contacto, y manipule con anterioridad el dispositivo; de esta manera tendría mayores posibilidades de obtener un óptimo resultado. También es importante que la familia, o al menos quien se ocupe de él, puede ser un cuidador, un acompañante terapéutico, quien fuere, también esté familiarizado con la computadora y con la adaptación, por si llegan a surgir problemas en casa (algo mal enchufado, un programa mal cargado, etc)
Reevaluar constantemente el caso, y de ser posible reemplazar o aplazar las interfaces.Lo primordial es la rehabilitación y la mejor calidad de vida del paciente; por ello, cuanto menos dependa una persona de estas adaptaciones, más cerca estaremos del objetivo. Resulta imprescindible adoptar este criterio, por diversos motivos: Crecimiento y desarrollo del paciente, avances en el proceso de rehabilitación, adquisición de nuevas habilidades, etc. En el caso de discapacidades permanentes también hay cambios que deben valorarse; y no deben olvidarse tampoco las enfermedades progresivas, donde seguramente las adaptaciones se deban aumentar.
Transparencia, invisibilidad, economía: Diseñar adaptaciones sencillas. Actualmente la tecnología en su avance ha abierto las puertas del mundo a numerosas personas con serias dificultades de movilidad o expresión. Evitamos construir aparatosas interfaces o complicados programas, buscamos por lo contrario, ayudas “silenciosas” o “transparentes”, que pasen desapercibidas...por ejemplo una rampa para discapacitados hoy en dia se ve como algo mas...Deberían existir tantas adecuaciones como usuarios que las necesitan. Aun queda mucho camino por recorrer en este sentido hay que seguir diseñando dispositivos “a medida” teniendo en cuenta las capacidades conservadas y así lograr una adaptación “ideal” para cada persona.
El confort del paciente: El usuario tiene la última palabra. En definitiva es quien utilizará el dispositivo. Podemos señalar la opción que nos parezca más acorde a sus necesidades y sus objetivos, a sus capacidades y su estado, pero es el paciente quien decide con qué dispositivo se siente más cómodo.
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